Extracto, Alegría
El término «bucket list» (lista de cosas por hacer antes de morir) fue popularizado por la película del 2007 que lleva ese nombre en inglés (en español: Antes de partir). La idea es que, debido a que nuestro tiempo en la Tierra es limitado, tenemos cosas importantes por hacer ahora, antes de morir, porque esta es nuestra única oportunidad.
Esto tiene sentido desde una cosmovisión naturalista: una que no reconoce que hay vida después de la muerte. También tiene sentido para numerosas cosmovisiones religiosas que sostienen que tal vez haya vida después de la muerte, pero no hay resurrección física ni continuidad entre esta vida y la próxima.
La lista de cosas por hacer antes de morir no tiene sentido en lo absoluto para una sola cosmovisión: la del cristianismo bíblico.
No me malinterprete. Nanci y yo disfrutamos de la vida; nos encanta conocer lugares nuevos y hacer cosas nuevas. No creo que eso esté mal, ni tampoco está mal hacer una lista de las cosas que le gustaría hacer si Dios le diera los recursos y las fuerzas y la guía para hacerlo antes de morir.
Pero tener una mentalidad de hacer una lista de cosas antes de morir, porque esta vida es la única oportunidad que tenemos de disfrutar de aventuras y diversión, va en contra de lo que la Biblia enseña sobre la resurrección:
- Tus muertos sí volverán a vivir, sus cadáveres resucitarán. Los que duermen en la tierra se despertarán y darán gritos de alegría. [...] Los muertos volverán a nacer de la tierra (Isaías 26:19, DHH).
- Se levantarán muchos de los que están muertos y enterrados, algunos para vida eterna y otros para vergüenza y deshonra eterna (Daniel 12:2).
- El Señor Jesucristo [...] transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso (Filipenses 3:20-21, NBD).
A pesar de la importancia crucial de la resurrección en las Escrituras y en la historia de la iglesia, muchos cristianos nunca han recibido una enseñanza clara sobre su significado; por lo tanto, se imaginan que vivirán para siempre en un estado incorpóreo. De hecho, de los cristianos estadounidenses que creen en la resurrección de los muertos, dos tercios creen que no tendrán cuerpos después de la resurrección.
Pero este punto de vista predominante se contradice a sí mismo. Una resurrección no física es como una salida de sol sin sol. No existe tal cosa. ¡Resurrección significa que tendremos cuerpos! Si no tuviéramos cuerpos, no estaríamos resucitados.
El cuerpo resucitado de Cristo pone de manifiesto cómo serán nuestros propios cuerpos: «Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo» (Lucas 24:39).
El Jesús resucitado caminó por la Tierra durante cuarenta días; nosotros caminaremos en la Nueva Tierra por toda la eternidad. Él ocupaba espacio; nosotros también ocuparemos espacio. Él comió y bebió con sus discípulos; nosotros comeremos y beberemos con él y con los otros creyentes.
Un creyente sincero me dijo una vez: «Odio admitirlo, pero no anhelo el Cielo. Me gustaría poder vivir con Jesús en esta Tierra. Aborrezco el pecado y el sufrimiento y la muerte, y quiero que todo eso termine, pero me gustaría que la Tierra continuara para siempre. ¡No quisiera dejar de disfrutar la belleza del mundo de Dios!».
A pesar de lo mucho que este hombre amaba a Jesús, el Cielo sobre el cual había escuchado hablar parecía terriblemente aburrido y tedioso. Pensaba que la eternidad significaría vivir en un ámbito inhumano y que la muerte marcaría el final de su oportunidad de disfrutar de la música, la literatura, las aventuras, los viajes, el aprendizaje, los descubrimientos, el trabajo y el servicio. Por lo tanto, él esperaba que Dios entendiera por qué gastaba su dinero y tiempo tachando cosas de su lista de cosas por hacer antes de morir. Después de todo, pensaba, ahora era su única oportunidad de vivir lo que lo hacía más feliz.
Irónicamente, ¡lo que este hombre deseaba es exactamente lo que la Biblia promete! Pero mientras no lograra entender la verdadera historia bíblica —el drama de la redención que culmina con la resurrección de nuestro cuerpo y del universo—, no tenía manera de darse cuenta de que, para los hijos de Dios, simplemente no hay necesidad de hacer una lista de cosas por hacer antes de morir.
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