Encontrando perdón y libertad después de haber abortado (Finding Forgiveness and Freedom After Abortion)

Millones de hombres y mujeres, tanto fuera como dentro de la iglesia, sufren bajo la culpa del aborto. Si eres una mujer que ha tenido un aborto o ha aconsejado a alguien a hacerlo, este artículo es para ti. Si eres un hombre que ha estado involucrado en una decisión sobre el aborto —ya sea relacionado a tu novia, esposa, hija o cualquier otra persona— este artículo también es para ti.

Es contraproducente tratar de eliminar sentimientos de culpa sin lidiar con la causa de la culpa. Solo puedes evitar los sentimientos de culpa al negar la realidad. Pero lo que tú necesitas es una solución permanente a este problema, una solución basada en la realidad y no en la pretensión.

La buena noticia es que Dios te ama y desea perdonarte por haber abortado, a pesar de que hayas sabido o no lo que estabas haciendo. Pero antes de que la buena noticia pueda ser valorada, debemos ser conscientes de la mala noticia. La mala noticia es que sí hay una verdadera culpa moral, y todos somos culpables de muchas ofensas morales ante Dios, y el aborto es solo una de ellas. “Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

El pecado es no alcanzar los estándares santos de Dios. Nos separa de una relación con Él (Isaías 59:2). “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

Jesús murió en la cruz como el único ser digno de pagar la pena de nuestros pecados requerida por la santidad de Dios (2 Corintios 5:21). Él se levantó de la tumba, y venció el pecado y conquistó la muerte (1 Corintios 15:3-4, 54-57).

Cuando Cristo murió en la cruz por nosotros, dijo: “Consumado es” (Juan 19:30). La palabra griega traducida “consumado es” era escrita sobre los certificados de deuda cuando la deuda era pagada. Significaba “pagado por completo”.

A causa de la obra de Cristo en la cruz por nosotros, Dios nos ofrece perdón gratuitamente.

“Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones” (Salmos 103:12).

“Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

“Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

La salvación es un regalo: “Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). Este don no depende de nuestros méritos o esfuerzos, sino únicamente del sacrificio de Cristo por nosotros. Dios nos ofrece el regalo del perdón y vida eterna, pero no llega a ser de nosotros automáticamente. Para poder poseer el regalo, debemos elegir aceptarlo.

Puedes pensar: “Pero no merezco el perdón después de todo lo que he hecho”. Eso es correcto. Ninguno de nosotros merece el perdón. Si lo mereciéramos, no lo necesitaríamos. Pero ese es el punto de la gracia.

Una vez perdonados, podemos esperar pasar la eternidad con Cristo y con nuestra familia espiritual (Juan 14:1-3; Apocalipsis 20:11-22:6). Puedes esperar reunirte en el cielo con tus seres queridos que han sido cubiertos por la sangre de Cristo, y esto incluye al niño que perdiste a través del aborto (1 Tesalonicenses 4:13-18).

Dios no quiere que atravieses la vida sufriendo la culpa de un aborto o de cualquier otro mal que hayas hecho. Tu parte no consiste en vivir de nuevo el sacrificio de Cristo, sino en aceptarlo. No importa qué es lo que hayas hecho, ningún pecado va más allá del alcance de la gracia de Dios. Él ha visto lo peor de nosotros y aun así nos ama. No hay límites para su perdón y gracia. Y no hay libertad como la libertad del perdón.

Tienes que formar parte de una comunidad terapéutica, una familia de cristianos que se llama iglesia. (Si ya perteneces a una iglesia, comparte tu experiencia de aborto con alguien para que puedas recibir la ayuda específica que necesitas). Puede ser que te sientas inseguro cerca de los cristianos por causa de tu pasado. No deberías. Una iglesia Cristocéntrica verdadera no es un escaparate de santos, sino un hospital de pecadores. Las personas con las que te encontrarás son igual de humanas e imperfectas. La mayoría de las personas que van a la iglesia no son farisaicas. Deberíamos compadecernos de las que sí lo son, porque no han comprendido la gracia de Dios.

Una buena iglesia enseña las verdades de la Biblia, y te proveerá de amor, aceptación y apoyo.

Un paso saludable que podrías tomar es hablar con mujeres que experimentan embarazos no deseados. Dios eventualmente puede usar tu experiencia para capacitarte a fin de que puedas ayudar a otras mujeres y compartir el amor de Dios con ellas. Mi esposa y yo tenemos varias buenas amistades que han abortado. A través de sus esfuerzos a favor de la vida, han podido dar a otras mujeres la ayuda que ellas hubieran querido tener. Contar sus historias no solo ha salvado vidas de bebés, y a las madres del dolor del aborto, sino que ha ayudado a traer sanidad a sus propias vidas. Y puede hacer lo mismo por ti.


Finding Forgiveness and Freedom After Abortion

Millions of women and men, both in society and in the church, are suffering under the guilt of abortion. If you’re a woman who’s had an abortion, or advised another to have one, this blog is for you. If you’re a man who’s been involved in an abortion decision—whether it concerned your girlfriend, wife, daughter, or anyone—it’s also for you.

It’s counterproductive to try to eliminate guilt feelings without dealing with guilt’s cause. Only by denying reality can you avoid guilt feelings. You need a permanent solution to your guilt problem, a solution based on reality, not pretense.

The good news is that God loves you and desires to forgive you for your abortion, whether or not you knew what you were doing. But before the good news can be appreciated, we must know the bad news. The bad news is that there’s true moral guilt, and all of us are guilty of many moral offenses against God, of which abortion is only one. “All have sinned and fall short of the glory of God” (Romans 3:23).

Sin is falling short of God’s holy standards. It separates us from a relationship with God (Isaiah 59:2). “The wages of sin is death, but the gift of God is eternal life in Christ Jesus our Lord” (Romans 6:23).

Jesus died on the cross as the only one worthy to pay the penalty for our sins demanded by God’s holiness (2 Corinthians 5:21). He rose from the grave, defeating sin and conquering death (1 Corinthians 15:3-4, 54-57).

When Christ died on the cross for us, He said, “It is finished” (John 19:30). The Greek word translated “it is finished” was written across certificates of debt when they were canceled. It meant “paid in full.”

Because of Christ’s work on the cross on our behalf, God freely offers us forgiveness.

“As far as the east is from the west, so far has he removed our transgressions from us” (Psalm 103:12).

“If we confess our sins, he is faithful and just and will forgive us our sins and purify us from all unrighteousness” (1 John 1:9).

“Therefore, there is now no condemnation for those who are in Christ Jesus” (Romans 8:1).

Salvation is a gift: “For it is by grace you have been saved, through faith—and this not from yourselves, it is the gift of God—not by works, so that no one can boast” (Ephesians 2:8-9). This gift is not dependent on our merit or effort, but solely on Christ’s sacrifice for us. God offers us the gift of forgiveness and eternal life, but it’s not automatically ours. In order to have the gift, we must choose to accept it.

You may think, “But I don’t deserve forgiveness after all I’ve done.” That’s exactly right. None of us deserves forgiveness. If we deserved it, we wouldn’t need it. That’s the point of grace.

Once forgiven, we can look forward to spending eternity with Christ and our spiritual family (John 14:1-3; Revelation 20:11-22:6). You can look forward to being reunited in Heaven with your loved ones covered by Christ’s blood, including the child you lost through abortion (1 Thessalonians 4:13-18).

God doesn’t want you to go through life punishing yourself for your abortion or for any other wrong you have done. Your part is to accept Christ’s atonement, not to repeat it. No matter what you’ve done, no sin is beyond the reach of God’s grace. He has seen us at our worst and still loves us. There are no limits to His forgiving grace. And there is no freedom like the freedom of forgiveness.

Joining a group for post-abortion healing can help you immensely. You may have bitterness toward men who used and abused you and forgiveness issues towards those who helped you with your abortion decision (see Matthew 6:14-15). There are post-abortion Bible studies designed for women, and others for men. Many online resources can help you find the support group you need. (See www.healinghearts.org and http://afterabortion.org/help-healing/; call 1-888-486-HOPE for free confidential advice.)

You need to become part of a therapeutic community, a family of Christians called a church. (If you’re already in a church, share your abortion experience with someone to get the specific help you need.) You may feel self-conscious around Christians because of your past. You shouldn’t. A true Christ-centered church isn’t a showcase for saints but a hospital for sinners. The people you’re joining are just as human and imperfect as you. Most church people aren’t self-righteous. Those who are should be pitied because they don’t understand God’s grace.

A good church will teach the truths of the Bible, and will provide love, acceptance, and support for you. If you cannot find such a church in your area, contact EPM and we’ll gladly do what we can to help you.

A healthy step you can take is to reach out to women experiencing unwelcome pregnancies. God can eventually use your experience to equip you to help others and to share with them God’s love. My wife and I have a number of good friends who’ve had abortions. Through their caring prolife efforts they’ve given to other women the help they wish someone had given them. Telling their stories has not only saved children’s lives, and mothers from the pain of abortion, but has helped bring healing to them. It can do the same for you.

 

photo credit: 165 via photopin (license)

Randy Alcorn (@randyalcorn) is the author of over sixty books and the founder and director of Eternal Perspective Ministries

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