Siete verdades Biblicas que nos pueden brindar gran felicidad (Seven Biblical Truths That Can Bring Us Great Happiness)

He escrito en mi blog acerca de seis falsas expectativas que disminuyen nuestra felicidad. Así que, ¿cuáles verdades deben elevar nuestras expectativas de la felicidad? Las siguientes son siete verdades en las que vale la pena enfocarnos:

1. El amor inmensurable de Dios hacia nosotros

En Efesios, Pablo ora que los receptores de su carta “puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios” (Efesios 3:18-19).

Termina el capítulo diciendo, “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos!” (Efesios 3:20-21).

Después de leer este texto inspirado, ¿qué tan grandes deben ser nuestras expectativas de Dios?

2. La disposición de Dios de perdonarnos completamente cada vez que confesamos nuestros pecados

Irónicamente, es más fácil ser restaurado a una relación positiva con Dios que con cualquier otro ser. Aunque sea difícil de comprender, cuando lo hacemos, nuestra felicidad es extrema.

Dios es el ser más santo del universo. Esto significa que Sus normas son infinitamente superiores que cualquier criatura. Entonces sería fácil concluir que Dios es más propenso a echarnos en cara nuestras ofensas. Sin embargo, es totalmente lo opuesto. “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9). ¿Quién más es capaz de perdonarnos todo, por absoluto y repetidamente—aún cuando les hemos lastimado profundamente?

No es el Dios quién no tiene pecado que a veces rehúsa perdonarnos, sino son las personas pecaminosas, como nosotros, quienes son a veces lentos en perdonar.

Nada de lo que hemos hecho ni lo que haremos se sorprendería a Dios, ni le causaría un cambio de opinión sobre nosotros.  Dios no descubrirá nuevos secretos nuestros cuando ya estemos en la eternidad. Nos ha visto en nuestro peor momento y aun así nos ama. Con brazos abiertos, Dios nos invita a confesar y arrepentirnos, los cuales siempre recibe con su gracia y perdón.

¿Qué tan seguros estamos en el amor de Dios? Jesús dijo, “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano” (Juan 10:27-28).

3. La presencia constante de Dios en nosotros y con nosotros

Mateo Henry dijo, “Gozosos aquellos que tienen al Señor como su Dios, pues ellos tienen un Dios que no se les puede ser robado. Los enemigos pueden robar nuestros bienes pero no nuestro Dios.”[i]

Josue 1:9 nos ofrece ánimo diciendo: “el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.” Jesús le prometió a sus discípulos, “estaré con ustedes siempre” (Mateo 28:20). Este siguiente es una fuente de consuelo y valentía: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (Isaías 41:10).

Nuestra felicidad se determina en gran manera según en lo que dependamos, ya sea objeto o persona. Si dependemos de Dios, estaremos felices porque Dios está siempre con nosotros: “el Espíritu de Dios habita en ustedes” (1 Corintios 3:16). Claro, a veces percibimos su presencia más que otras veces. Sin embargo, El está allí con nosotros cuando la vida se vuelve seca, estresante, o traumática ayudándonos y aún orando por nosotros: “en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos…el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras” (Romanos 8:26).

Las historias de muchos de los prisioneros—inclusive Corrie ten Boom, Richard Wurmbrand, y Aleksandr Solzhenitsyn—documentan que sobrevivieron el encarcelamiento y la tortura porque la presencia sobrenatural de Dios que moraba en ellos era su sustento. Nosotros quienes conocemos a Jesús tenemos lo mismo.

“Dios ha dicho: Nunca te dejaré; jamás te abandonaré” (Hebreos 13:5). Tal promesa nos ofrece felicidad en los tiempos y lugares más difíciles.

4. El poder transformador de la Palabra de Dios

Nunca menosprecies la Palabra inspirada de Dios que tiene por naturaleza la habilidad de cambiar vidas: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté eternamente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). El meditar en la Escritura, la cual Dios usa para hacernos más como Cristo, es una fuente poderosa de felicidad personal.

Dios promete que Su Palabra “no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos” (Isaías 55:11). El no promete esto acerca de nuestras propias palabras, sino las de EL. Si queremos que nuestras palabras tengan valor y efecto duradero, necesitan ser tocadas y moldeadas por Sus propias palabras. Esto no sucederá sin una decisión diaria de exponer nuestras mentes a la Escritura.

5. La suficiencia del trabajo de Cristo a favor nuestro

Cuando Jesús dijo “todo se ha cumplido” (Juan 19:30), usó la palabra griega teleo, la cual se escribía en la parte superior de los certificados de deudas cuando esa misma deuda se pagaba por completo. Significa que “no se debe nada más; ya no hay más deuda que pagar.” No significa que Cristo tomó el 99% de nuestro pecado y nuestra culpa y nosotros debemos cargar el otro 1%. Sino que El cargó con todo.

Considere esta promesa: “[Dios] nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda” (2 Pedro 1:3). La Biblia también nos dice que Dios “nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo” (Efesios 1:3). Podemos regocijarnos al saber que Cristo ya ha provisto todo lo necesario para la salvación y la felicidad eterna.

6. La providencia de Dios y Su propósito soberano en nuestras vidas

Podemos estar seguros al saber que Dios está en control de los detalles de nuestras vidas: “Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo. De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y fortalece a todos” (1 Crónicas 29:11-12).

Dios le presta gran atención a las “cosas pequeñas.” El numera los cabellos en nuestras cabezas y cuida de los lirios del campo. Jesús dijo, “¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones” (Mateo 10:29-31).

Nuestros destinos no están en manos de la humanidad caída tal como políticos, abogados, militares, patrones, ni aún conyugues o hijos. No importa que suceda, ni cuanto nos duela, Dios es completamente capaz de usar eventos dolorosos para nuestro bien.

7. La plena y eterna felicidad que nos espera

“Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría” (Salmos 21:6). “Volverán los rescatados del Señor, y entrarán en Sión con cánticos de júbilo; su corona será el gozo eterno. Se llenarán de regocijo y alegría, y se apartarán de ellos el dolor y los gemidos” (Isaías 51:11).

Jonathan Edwards escribió, “Después de que hayan tenido el placer de contemplar el rostro de Dios por millones de años, no llegará a ser una historia aburrida; el deleite de esta delicia será tan exquisita como siempre.” [ii]

Se nos ha prometido una felicidad que no disminuye. ¿Cuál otro rey ha alguna vez prometido a su pueblo algo así de grande? ¿Y cuál otro rey ha padecido el sacrificio máximo por sus sujetos para cumplir esa promesa?

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[i] Matthew Henry, Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, vol. 1, Genesis 31:25-35.

[ii] Jonathan Edwards, “The Pure in Heart Blessed,” The Works of Jonathan Edwards, vol. 2.


Seven Biblical Truths That Can Bring Us Great Happiness

I’ve blogged about six false expectations we can have that will diminish our happiness. So what truths should raise our expectations of happiness? Here are seven worth focusing on:

1. God’s Immeasurable Love for Us

In Ephesians, Paul prays that the recipients of his letter may “have strength to comprehend with all the saints what is the breadth and length and height and depth, and to know the love of Christ that surpasses knowledge, that you may be filled with all the fullness of God” (Ephesians 3:18-19).

He ends the chapter saying, “To him who is able to do far more abundantly than all that we ask or think, according to the power at work within us, to him be glory in the church and in Christ Jesus throughout all generations, forever and ever” (Ephesians 3:20-21).

After reading this inspired text, how great should our expectations of God be?

2. God’s Willingness to Completely Forgive Us Whenever We Confess Our Sins

Ironically, it’s easier to be restored to a positive relationship with God than with any other being. As difficult as this is to grasp, when we do, it’s happy-making in the extreme.

God is the holiest being in the universe, meaning that His standards are infinitely higher than any creature’s. It would be easy to conclude, then, that God would be more prone than anyone else to hold our offenses against us. Yet the opposite is true. “If we confess our sins, he is faithful and just to forgive us our sins and to cleanse us from all unrighteousness” (1 John 1:9). Who else will forgive us of everything, absolutely and every time—even when we’ve deeply hurt them?

It’s not the sinless God but sinful people who sometimes refuse to forgive us—just as we are sometimes slow to forgive.

Nothing we’ve done or can ever do will surprise God or cause Him to change His mind about us. No skeletons will fall out of our closets in eternity. He has seen us at our worst and still loves us. Arms wide open, He invites our confession and repentance, which He always meets with His grace and forgiveness.

How secure are we in God’s love? Jesus said, “My sheep hear my voice, and I know them, and they follow me. I give them eternal life, and they will never perish, and no one will snatch them out of my hand” (John 10:27-28).

3. God’s Constant Presence in Us and with Us

Matthew Henry said, “Happy are those who have the Lord for their God, for they have a God that they cannot be robbed of. Enemies may steal our goods, but not our God.”[i]

Joshua 1:9 offers this encouragement: “The Lord your God is with you wherever you go.” Jesus promised His disciples, “I am with you always” (Matthew 28:20). Here is a source of both comfort and courage: “Fear not, for I am with you; be not dismayed, for I am your God; I will strengthen you, I will help you, I will uphold you with my righteous right hand” (Isaiah 41:10).

Our happiness is largely determined by who or what we depend on. If we depend on God, we’ll be happy because God is always with us: “God’s Spirit dwells in you” (1 Corinthians 3:16). Of course, sometimes we’ll sense His presence more than other times. But He is there for us when life is dry, stressful, or traumatic, helping us and even praying for us: “The Spirit helps us in our weakness. . . . The Spirit himself intercedes for us with groanings too deep for words” (Romans 8:26).

The stories of many prisoners—including Corrie ten Boom, Richard Wurmbrand, and Aleksandr Solzhenitsyn—document that they survived imprisonment and torture because God’s supernatural indwelling presence was their lifeline. We who know Jesus have the same.

“God has said, ‘Never will I leave you; never will I forsake you’” (Hebrews 13:5, NIV). Such a promise offers us happiness in the most difficult times and places.

4. The Transforming Power of God’s Word

Never underestimate the life-changing nature of God’s inspired Word: “All Scripture is inspired by God and is useful to teach us what is true and to make us realize what is wrong in our lives. It corrects us when we are wrong and teaches us to do what is right. God uses it to prepare and equip his people to do every good work” (2 Timothy 3:16-17, NLT). Meditating on Scripture, which God uses to make us more like Christ, is a powerful source of personal happiness.

God promises that His Word “will not return to me empty, but will accomplish what I desire and achieve the purpose for which I sent it” (Isaiah 55:11). He does not promise that about OUR words, but HIS. If we want our words to have lasting value and impact, they need to be touched and shaped by His words—and that won’t happen without a daily choice to expose our minds to Scripture.

5. The Sufficiency of Christ’s Work on Our Behalf

When Jesus said “it is finished” John 19:30), he used the Greek word teleo, which was commonly written over certificates of debt once they were fully paid. It means “nothing more is owed; there is no more debt to be paid.” It’s not that Christ took on 99% of our sin and guilt and we must carry the other 1%. It’s that He took it all on.

Consider this promise: “[God’s] divine power has granted to us all things that pertain to life and godliness” (2 Peter 1:3). We’re also told that God has “blessed us in Christ with every spiritual blessing in the heavenly places” (Ephesians 1:3).  We can rejoice knowing that Christ has already provided all we need for salvation and eternal happiness.

6. The Providence of God and His Sovereign Purpose in Our Lives

We can be confident knowing that God is in control of the details of our lives: “Yours, O Lord, is the greatness and the power and the glory and the victory and the majesty, for all that is in the heavens and in the earth is yours. Yours is the kingdom, O Lord, and you are exalted as head above all. Both riches and honor come from you, and you rule over all. In your hand are power and might, and in your hand it is to make great and to give strength to all” (1 Chronicles 29:11-12).

God pays a great deal of attention to the “little things.” He numbers the hairs on our heads and cares for the lilies of the field. Jesus said, “Are not two sparrows sold for a penny? And not one of them will fall to the ground apart from your Father. But even the hairs of your head are all numbered. Fear not, therefore; you are of more value than many sparrows” (Matthew 10:29-31).

Our fates do not rest in the hands of fallen humankind: politicians, lawyers, military officers, employers, or even spouses and children. No matter what happens, and how much it hurts, God is fully capable of using painful events for good.

7. The Undiluted and Eternal Happiness That Awaits Us

“You have endowed him with eternal blessings and given him the joy of your presence” (Psalm 21:6, NLT). “And the ransomed of the LORD shall return and come to Zion with singing; everlasting joy shall be upon their heads; they shall obtain gladness and joy, and sorrow and sighing shall flee away” (Isaiah 51:11).

Jonathan Edwards wrote, “After they have had the pleasure of beholding the face of God millions of ages, it will not grow a dull story; the relish of this delight will be as exquisite as ever.”[ii]

Undiminished happiness is promised us—what other king has ever promised his people anything so great? And what other king has undergone for his subjects the ultimate sacrifice to fulfill that promise?



[i] Matthew Henry, Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, vol. 1, Genesis 31:25-35.

[ii] Jonathan Edwards, “The Pure in Heart Blessed,” The Works of Jonathan Edwards, vol. 2.

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Randy Alcorn (@randyalcorn) is the author of over sixty books and the founder and director of Eternal Perspective Ministries

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